Van Eyck.
1435.
Óleo sobre madera 66 x62 cm.
Museo del Louvre.
Escuela Flamenca.
Jan Van Eyck. Van Eyck fue denominado por el humanista Bartolomé Fazio como el “Pintor príncipe de su siglo”.El mundo profano y el divino se combinan perfectamente en la tabla. El donante Nicolas Rolin, canciller de Borgoña y Brabante se encuentra rezando de rodilla. La Virgen se le aparece con el Niño Jesús, quien lo b
endice. En la terraza vemos unos lirios símbolo de la pureza deMaría, también se pueden ver una urraca y un faisán símbolos del paraíso terrenal. Las figuras se encuentran dentro del palacio y por la balaustrada se observa un paisaje perfectamente real. La línea ondulante propia del gótico se observa en los pliegues de los vestidos que cae como cascada y en los rulos de la caballera.
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Se conoce esta obra por dos nombres: la Virgen de Autun, porque estaba en la catedral de Autun, y la Virgen del Canciller Rolin, porque éste es el personaje que aparece rezando ante María. Rolin era natural de Autun y se piensa que encargó la obra para donarla a la catedral de su ciudad, igual que hizo cuando fundó el hospital de Beaune y pidió a Rogier van der Weyden el políptico del Juicio Final. El canciller Rolin fue el personaje más importante, sin duda, de la Corte de Borgoña. Diplomático, político, intrigante, era de cuna baja; ascendió durante su vida hasta ser nombrado canciller, que en aquel momento era un cargo difuso, casi de servidor de cámara, y lo convirtió en una especie de primer ministro, de hombre fuerte que sustituyó en sus funciones al propio Duque. Su poder fue tremendo así como su riqueza, aunque su fama era pésima y se le atribuían todo tipo de iniquidades e inmoralidad. El fruto de esta fama personal es esta Virgen, que todavía hoy no se sabe si era un monumento más a su orgullo o un intento de borrar su mala fama con una obra piadosa. Rolin está retratado por Van Eyck nada menos que de igual a igual con la propia Virgen María. Ni siquiera están en una iglesia, sino en una loggia de un castillo, abierto a un maravilloso paisaje. Decimos que el canciller está rezando ante María, pero nada indica su fervor religioso, excepto que se encuentra arrodillado. Su mirada es la de una profunda satisfacción de sí mismo, y fija los ojos en el Niño, casi desafiante. Esta igualdad, esta cercanía promiscua con las figuras divinas, eran escandalosas para la época, y resulta obvio que el canciller se está haciendo un monumento a sí mismo, más que rindiendo homenaje a la Virgen. Por otro lado, el tipo de la Virgen es propio de Van Eyck, con un ángel coronándola, mostrando al Niño en la actitud de María = trono de Dios. En los capiteles de las columnas podemos reconocer diversas escenas del Antiguo Testamento: Adán y Eva expulsados del Paraíso, Caín y Abel, la Borrachera de Noé. Respecto al hermoso paisaje del fondo, algunos han reconocido ciertos edificios, creyendo que se trataba de la ciudad de Brujas, Lieja, Utrecht, Lyon, Maastricht, Génova... No es ninguna de ellas y son todas a la vez. Van Eyck visitó todos estos lugares en misiones secretas para el duque Felipe el Bueno y realiza la ciudad ideal a partir de sus recuerdos de todas ellas.
http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/cuadros/1501.htm
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