Patricia Grau-Dieckmann
Sociedad Argentina de Estudios Medievales, Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González, Ciudad de Buenos Aires,
RESUMEN. Las primitivas imágenes cristianas se manifestaron dentro de los lugares de enterramiento en los muros catacumbarios y en las caras de los sarcófagos. Su intencionalidad central fue transmitir a los fieles la posibilidad real de la salvación de sus almas. También rememoraban la historia sacra e incitaban a la piedad, a la vez que embellecían los antros funerarios. La progresiva aparición de numerosos textos religiosos — de diversa índole y de contenido muchas veces polémico— provocó que tempranamente se determinara cuáles escritos serían considerados canónicos y cuáles apócrifos.
Simultáneamente, la tolerancia de la religión cristiana en el Imperio Romano permitió la multiplicación de soportes en los que se podían ubicar las imágenes. Surgieron temáticas originales a la vez que se modificaron y adaptaron algunas ya existentes, vigorizando el repertorio iconográfico generado a partir de fines del siglo II como resultado, en gran medida, de la influencia de textos apócrifos. Muchas de las imágenes sobre las vidas de María y de Jesús, pese a que su sustento escrito fue oportunamente anatemizado por la Iglesia, fueron diseñadas y plasmadas bajo el amparo de las autoridades eclesiásticas, ocupando lugares de exposición y visibilidad preponderantes en los espacios sacros oficiales.
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