sábado, 19 de noviembre de 2011

Estanque de nenúfares y puente japonés


Estanque de nenúfares y puente japonés
«Estos paisajes de agua y de reflejos me obsesionan. 
Todo esto está más allá de mis fuerzas de viejo, 
pero quiero representar lo que siento»
Claude Monet

 Autor:Claude Oscar Monet 
 Fecha:1899 
 Museo:Metropolitan Museum 
 Características:92´7 x 73´7 cm. 
 Material:Oleo sobre lienzo 
 Estilo:Impresionismo
En 1890 Monet compró una casa con jardín en Giverny que fue ampliada tres años más tarde, creando un llamativo conjunto en el que destacaba el estanque, donde se cultivaron nenúfares exóticos importados de Japón. También se construyó un puente de madera con aires orientales que dio al rincón el sobrenombre del "jardín japonés", lugar que servirá de inspiración para numerosas obras en donde la vegetación será la protagonista. Los frondosos árboles que rodean las orillas del riachuelo se reflejan en el agua, sobre la que destacan las vivas tonalidades de los nenúfares. El cielo desaparece de la composición y la atención se dirige a las líneas del puente y de la vegetación. Todo el conjunto está obtenido a través de una pincelada rápida y vibrante que casi lleva el arte de Monet a la abstracción. La única referencia a la forma está en el puente, lo que provocó las protestas de un grupo de jóvenes artistas que pronto se integrarían en el cubismo ante cuadros de estas características. El color verde domina la composición, salteada de las tonalidades más vivas de los nenúfares. Estas obras son precursoras de la famosa serie de Nenúfares o Ninfeas.http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/cuadros/2186.htm


Claude Monet rema por el estanque que él mismo ha diseñado, a imagen y semejanza de uno de los grabados japoneses que forman su colección. La barca de madera avanza entre los coloridos nenúfares que cuidadosamente ha seleccionado y se detiene delante del puente, sombreado por unos enormes sauces que dejan pasar la luz suficiente para inspirar al artista.

El estanque de nenúfares, 1899
Ese puente, el puente del jardín de Giverny, es el que da la bienvenida a este blog. En Giverny, en la región de Alta Normandía, a 72 kilómetros de su París natal, residió Monet la segunda mitad de su vida. Alquiló una casa en 1883, la compró siete años más tarde, cuando completó unas cuantas ventas exitosas, y se hizo una finca de 7.500 metros cuadrados. En ese espacio, Monet repartió la vivienda para él, su mujer Alice (su segunda esposa) y algunos de sus seis hijos e incontables nietos; hizo construir hasta tres estudios donde daba el último toque a sus paisajes al natural; y diseñó un jardín bañado por las aguas del pequeño río Epte y sus arroyos. Contrató a un equipo de seis jardineros para cuidarlo y puso a uno de ellos a cargo del estanque principal y sus nenúfares.

Jardín en Giverny, 1900
El estanque, entreverado de algas y sargazo, rodeado de lirios, juncos y sauces llorones y coronado por grandes matojos de nenúfares que brillan al sol, será el motivo dominante de Monet durante los últimos 30 años de su vida. Era meticuloso, muy meticuloso; importó de ultramar algunas plantas exóticas, cuya forma y color le interesaban, para disponerlas en el jardín como si fuera un atrezzo preparado para que reflejaran la luz como el pintor quería. El crítico de arte delFigaro, Arsène Alexandre, lo describió así: «Dondequiera que usted mire, a sus pies, a su cabeza, a la altura de su pecho, se encuentran estanques, guirnaldas de flores, bordillos en flor, en armonías que son a un tiempo naturales y planificadas y que cambian y se renuevan en cada estación del año».

Su rutina diaria era la de levantarse temprano, muchas veces antes del alba, para dar un paseo y estudiar el paisaje. Regresaba a la casa para comer a las 11.30; almorzaba tan pronto porque no quería perderse del sol de la tarde, cuando prefería pintar. Cenaba también pronto y se iba a la cama. En el almuerzo muchas veces recibía la visita de sus amigos y otros familiares. Allí pasaron algunas temporadas Renoir, Cézanne y Pissarro, sus compañeros impresionistas de París, y también Gustave Geffroy, su biógrafo de confianza, y sobre todo el político francés Clemenceau, que fue primer ministro entre 1906 y 1909 y de nuevo desde finales de la Primera Guerra Mundial hasta 1920.

Esas costumbres fueron perturbadas al principio por los vecinos. Los avispados hombres del campo trataron de sacar provecho de la presencia del famoso pintor en sus inhóspitas tierras exigiéndole el pago de un tributo cuando atravesaba sus campos, talando los árboles que Monet estaba pintando o echando atrás su intención de colocar plantas exóticas en los estanques porque podían estropear la ropa o envenenar el ganado que pacía en las lindes del jardín.

La pintura de Monet también evolucionó en Giverny. Las pinceladas gruesas con forma de manchas de color que reflejan la luz natural comenzaron a revolotear por el lienzo; superpuso las pinceladas para dar mayor sensación de movimiento, aunque sólo fuera el manso balanceo del agua. En sus últimos años dejó de pintar grandes paisajes; ya con problemas de vista (en 1923 se operó de cataratas en ambos ojos), acercó el objetivo a los grupos de nenúfares que inundaban el jardín. Estos nenúfares fueron el motivo de la última serie que pintó, donada al Estado francés como celebración del fin de la guerra y que fueron expuestos en el Museo de la Orangerie de París.

Nenúfares, 1919

Claude Monet murió en Giverny en 1926 a los 86 años. Hoy, su casa es el principal reclamo turístico de este pueblecito normando de medio millar de habitantes; 500.000 personas la visitan cada año durante los siete meses que está abierta (de abril a noviembre). Las enredaderas siguen escalando los muros de los edificios, restaurados hace diez años, y el puente aparece pintado de verde, poco que ver con el que Monet hizo eterno.

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