Edouard Manet (1832-1883)
Olympia,
1863
Óleo sobre lienzo, 130,3 x 190 cm
Museo d'Orsay, París
Olympia, es una de las obras más controvertidas de Manet, pues desató un gran escándalo entre la crítica, que era capaz de admirar un desnudo mitológico sin problemas, pero que en una representación realista de ningún modo lo aceptaban.
Olympia (la modelo y también pintora Victorine Meurent), desnuda yace sobre la cama, segura de si misma, mientras dirige una mirada desafiante hacia el espectador. Junto a ella, una doncella negra con ropas orientales le hace entrega de un precioso ramo de flores, probablemente de un cliente que espera ser atendido.
El rostro de Olympia, despejado gracias al cabello recogido con una flor rosada, posee una mirada altiva y de cierto desdé, como si no quisiera ser observada por los espectadores. Su cuello aparece decorado con una cinta de color negro y, en su muñeca, una gruesa pulsera dorada (pertenecía a la madre de Manet). La luz es intensa en esta obra e incide no solo en el alargado cuello de Olympia, inspirado en la Venus de Urbino, de Tiziano, sino en la cama y en el ramo que lleva la doncella.
Tiziano (1477-1576)
Venus de Urbino, 1538
Óleo sobre lienzo, 165 x 119 cm
Galería Uffizi, Florencia
Detalles:
1. A los pies de Olympia encontramos un despierto gato negro que simboliza a menudo la ambigüedad y la inquietud, estando implicado en relaciones o situaciones promíscuas o veladamente eróticas. Este felino negro impresionó tanto al público que durante años Manet sería recordado aún como El pintor de los gatos.
2. Olympia yace sobre una tela de seda de color crema con flores bordadas al más puro estilo oriental.
3. La doncella lleva entre sus manos un ramo de flores de colores similares a los de las flores bordadas en la tela.
Con motivo del centenario de Manet, Paul Valery (poeta francés) glosaría esta obra en los siguientes términos: "Olimpia choca, despierta un horror sagrado, se impone y triunfa. Olimpia es escándalo, ídolo; potencia y presencia pública de un miserable arcano de la sociedad".
Fuente: http://theartandlife.blogspot.com/2011/05/un-paseo-por-el-arte-olympia.html
Autor:Edouard Manet
Fecha:1863
Museo:Museo de Orsay
Características:130´2 x 189´9 cm.
Material:Oleo sobre lienzo
Estilo:Impresionismo
Posiblemente sea ésta la obra más famosa de Manet, junto a Desayuno en la hierba. Fue presentada al Salón de 1865 junto a Cristo escarnecido por tres soldados, contraponiendo así una figura masculina y otra femenina, ambas desnudas. Para los críticos y público fue una provocación, por lo que de nuevo se produjo el escándalo; por el contrario, recibió apoyo y felicitaciones de los jóvenes artistas que después formarán el grupo impresionista. El pintor presenta la figura de una prostituta de alto postín, desnuda, tumbada sobre un diván, acompañada de su dama y de un gato negro. La modelo que posó para el cuadro fue Victorine Meurent, favorita de Manet y amante del fotógrafo Nadar. La principal fuente de inspiración es la Venus de Urbino de Tiziano, copiada durante la estancia en Florencia de 1853 ó 1856. También existen ecos de la Maja Desnuda de Goya y la Odalisca con esclava de Ingres. Sin embargo, la novedad que aporta Manet es que se trata de una mujer de carne y hueso, olvidando la relación con la mitología o lo oriental. Es decir, se trata de una escena contemporánea, inspirada en una poesía de Baudelaire dedicada a una cortesana. Aquí estaría el punto de partida de las escenas de burdel que tan famoso harán, por ejemplo, a Toulouse-Lautrec. El recurso de unir modernidad y tradición clásica era muy utilizado por Manet, como ya había hecho en Música en las Tullerías o Desayuno en la hierba. Por esto es considerado el primero que rompe de manera definitiva con la tradición académica, sirviendo a los impresionistas como punto de referencia y estímulo, a pesar de que Manet nunca se integró en el grupo. El lenguaje empleado en esta imagen es mucho más audaz que en obras anteriores; de nuevo la figura se recorta sobre un fondo neutro, utilizando una iluminación frontal que elimina las gradaciones tonales y las sombras. Esta iluminación - tomada de la estampa japonesa - acentúa la sensación de planitud, eliminada por Manet al contraponer partes claras y oscuras, revelando el sentido del volumen. Las líneas de los contornos están perfectamente definidas, destacando el valor otorgado por Manet al dibujo como le había indicado su maestro, Couture. La pincelada de Manet es muy segura, define con brillantez los detalles de las telas y emplea la mancha para las flores o las cortinas verdes del fondo. La bella figura de Olimpia mira con descaro al espectador, como si de un cliente se tratara; su sensual cuerpo se ofrece con los zapatos de tacón puestos, aumentando así el concepto de realismo aprendido de Courbet, que acentúa con la aparición de la sirvienta de color - con un magnífico ramo de flores en las manos - y el gato negro, que contrasta también con el cuerpo nacarado de Olimpia y con las telas blanquecinas sobre las que posa. Destaca el mantón oriental que sujeta la dama con su mano izquierda, síntoma de la afición por lo oriental de aquellos momentos. El título de Olimpia le fue puesto por Astruc quince meses después de ser pintada, inspirándose en los versos de un poema titulado La Fille des îles. Una dama italiana llamada Giulia Ramelli se prendó de la obra y escribió al pintor, preguntando por el precio para adquirirla. Manet la valoró en 10.000 francos, suma excesiva para la compradora. En 1889 fue presentada en la Exposición Universal de París, donde la pretendió comprar un coleccionista americano. El pintor Sargent advirtió a Monet, que inició una suscripción popular para comprar la Olimpia y donarla al Estado; entre julio de 1889 y enero del año siguiente se llevó a cabo dicha suscripción, no exenta de incidentes.
Con motivo del centenario de Manet, Paul Valery glosaría esta obra en los siguientes términos: "Olimpia choca, despierta un horror sagrado, se impone y triunfa. Olimpia es escándalo, ídolo; potencia y presencia pública de un miserable arcano de la sociedad. Su cabeza está vacía: un hilo de terciopelo negro la separa de lo esencial de su ser. La pureza de un trazo perfecto esconde a la Impura por excelencia, aquella cuya función exige la ignorancia sosegada y cándida de todo pudor. Vestal bestial consagrado al desnudo absoluto, lleva a soñar todo lo que esconde y conserva de barbarie primitiva y de animalidad".http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/cuadros/1530.htm
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