jueves, 3 de noviembre de 2011

Millet: El Angelus


Millet: El Angelus 
1857-59. 55.5 x 66 cm. Oleo sobre lienzo. 
Musee d'Orsay, Paris. 

"Campesino nací, campesino moriré. Tengo cosas que contar tal y como las he visto y me quedaré en mi terruño sin retroceder ni un paso".

Lo que distingue a Millet es el carácter exclusivo y metódico de un programa cuyo significado político es mucho menos subversivo de lo que pensaban sus contemporáneos. Millet no se interesa ni por la clase social de los campesinos, en el fondo sumamente conservadora (y en la que se apoya el Segundo Imperio), ni por sus características sino por la figura simbólica del Campesino y por sus gestos eternos. Parte de la más rigurosa observación -"no haría nada que no fuese resultado de una impresión producida por el aspecto de la naturaleza"- para tender a la simplificación y a la generalización: "Si sólo dependiese de mi voluntad, expresaría con mucha fuerza el arquetipo, que, a mi juicio, contiene la más potente verdad".
"Quisiera que los seres que represento den la impresión de estar entregados a su postura y que resulte imposible imaginar que pueda ocurrírseles la idea de ser otra cosa".
En 1848, año del Manifiesto comunista y e las grandes luchas obreras, Millet expuso un cuadro con un campesino trabajando; la ética y la religiosidad del trabajo rural serán siempre los temas dominantes en su obra. Por primera vez un trabajador es presentado como protagonista de la representación, como héroe moral. Sin embargo, la elección de Millet es ambigua: ¿por qué los campesinos y no los obreros de las fábricas, cuya miseria era aún más negra? Porque el obrero ya es un ser desarraigado de su ambiente natural, tragado por el sistema, perdido; el campesino está ligado a la tierra, a la naturaleza, a las formas de trabajo y de vida tradicionales, a la moral y a la religión de sus padres.
La burguesía se entusiasmaba con Millet porque pintaba campesinos, que son trabajadores buenos, ignorantes, sin veleidades progresistas; pero Millet paga su error político dando como pintor un paso atrás. Retrocede del realismo al naturalismo romántico, escoge contenidos "políticos", ama las penumbras envolventes que unen a las figuras y los paisajes, los sugerentes efectos de luz, los motivos patéticos.
(Fuente http://cv.uoc.edu/~04_999_01_u07/percepcions/perc88.html)


El Angelus es la obra maestra de Millet y pone de manifiesto su adhesión al Realismo. Millet muestra a dos campesinos orando y dando gracias a Dios por la cosecha obtenida con el sudor y el esfuerzo de muchos días. El hombre y la mujer agachan piadosamente las cabezas, agarrando él su sombrero y llevando ella sus manos al pecho. A sus pies contemplamos la cesta con los frutos y el apero de labor. La escena se desarrolla al atardecer, quedando las dos figuras en zonas de luz y sombra respectivamente, en un contraste lumínico de gran belleza. Este interés por la luz natural acerca a Millet al Impresionismo. Su pincelada es firme y segura al igual que el dibujo, emplea colores suaves para el campo y más oscuros para los personajes, reflejando las vestimentas de los campesinos a la perfección.http://www.artehistoria.jcyl.es



Realismo: El Angelus es la obra más famosa de Millet y la que evidencia más su relación con la pintura realista, representando a dos agricultores sin ninguna idealización, en plena faena, que paran para rezar en medio del atardecer.

Luz: La representación del cielo y de las nubes, con pinceladas suaves, recuerda al impresionismo. También recuerda al impresionismo la forma de representar las figuras en contraposición a la luz.

Naturaleza: Millet se diferencia a otros realistas, como Courbet, en su forma de representar a las personas y al paisaje. Si su obra se tachó de socialista porque interpretaba personajes y temas sociales, se aleja de los tintes más críticos al siempre colocarlos un halo místico. Así, su paisaje es mucho más cuidado y suave, dado que para él la naturaleza era algo que debía ser interpretado, no representado tal cual.
http://arte.observatorio.info


Una vez expuesta la realidad de la escena, ya no es posible volver a contemplar El Ángelus de Millet con los mismos ojos. De repente, todo encaja: la postura de los campesinos, la soledad del escenario, la sensación de reverencia que emana del cuadro… Una percepción que ya tuvo en su momento Dalí; loco o visionario, lo cierto es que advirtió la verdadera naturaleza de un cuadro que reveló su secreto gracias al surrealista.

Un descubrimiento sorprendente 

El Ángelus de Millet es una obra que acompañará durante años a Dalí: en un principio como elemento decorativo en su casa materna, más tarde, y una vez analizado en profundidad, como punto de partida que le permitirá representar en sus obras alguna de sus grandes obsesiones. Su interés por el cuadro, que encerraba una verdad que sólo él percibía, era tal que escribió un libro, El mito trágico del Ángelus de Millet (perdido durante treinta años), y llegó a solicitar al museo del Louvre su análisis con rayos X, petición a la que la institución accedió, descubriéndose bajo la capa de pintura que reproduce la cesta ya mencionada una masa oscura con forma geométrica. 

Una obra “burguesa” 

Al parecer, Millet habría ocultado el objeto de su primera representación pensando que no sería bien acogido por la burguesía parisina, cuyos gustos en pintura se alejaban del tono melodramático, motivo por el cual transformó el entierro del hijo de la pareja de campesinos en algo mucho más tranquilizador y bucólico para un hogar familiar: un momento de oración.

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